martes, 11 de noviembre de 2008

REFLEXIÓN SOBRE EL PAPEL DEL GESTOR DE PATRIMONIO CULTURAL

En términos generales y tomando como referencia las exigencias constitucionales respecto al Patrimonio Histórico, por las que entiendo que éstas no se agotan en la conservación de los bienes que lo integran, el papel del gestor del patrimonio va más allá de la simple protección estática de objetos materiales e inmateriales sin más, evidentemente, la conservación del Patrimonio es una condición que debe primar ante todo, pero a partir de ésta, lo que se postula es la puesta en valor del Patrimonio Histórico, el disfrute por parte de los ciudadanos de esos valores culturales, y el acceso al mismo.

Sólo en la medida en la que los ciudadanos accedan al Patrimonio Cultural podrá éste ser instrumento de promoción cultural. El valor cultural que caracteriza a los bienes del Patrimonio sólo será efectivo en la medida en que de ellos pueda gozar la colectividad. Con esto quiero decir que el medio técnico de garantía del destino de los bienes que integran el Patrimonio Cultural a ser instrumentos de desarrollo cultural es el acceso a los mismos, acceso que se configura además como un Derecho Fundamental.
Volviendo al texto constitucional, no se puede limitar el alcance del artículo 46 a mera norma de organización y conservación del Patrimonio Histórico, hay que extender su operatividad al marco de una política activa de promoción cultural en la que se garantice el acceso a la Cultura por parte de los ciudadanos.
En este sentido, el papel del gestor del patrimonio es el de dinamizar, entendiendo la dinamización en un sentido amplio que conlleva la transformación de bienes culturales pasivos en recursos culturales activos, con la capacidad de generar ingresos y contribuir de esta forma a su propia conservación, tal y como lo entiende Francisco Zamora Baño, ex-presidente de la Asociación Española de Gestores de Patrimonio Cultural, con objeto de conseguir que "nuestro Patrimonio Cultural se comunique de forma rigurosa pero amable, accesible física e intelectualmente a las personas que no son especialistas, pero que, de acuerdo con los estudios actuales sobre turismo, quieren aprender, participar, preguntar y están dispuestas a pagar por vivir una experiencia cultural memorable".

La definición de la Gestión del Patrimonio Cultural, según la AEGPC, es “la eficiente administración de recursos (culturales, humanos, económicos y de todo tipo) ordenada a la consecución de objetivos sociales que afecten al patrimonio cultural".
Esta es una visión empresarial de la gestión cultural, al considerar el patrimonio cultural como una fuente de ingresos económicos, que indiscutiblemente lo debe de ser siempre y cuando sea compatible con la conservación de los bienes culturales integrantes del mismo, al mismo tiempo el patrimonio sirve de motor para del desarrollo del territorio.

La singularidad del Gestor de Patrimonio Cultural reside en el hecho de que el principal recurso con el que trabaja o desarrolla su actividad son bienes culturales / obras de arte que debe conocer en profundidad.
Como bien señalaba Francisco Zamora, en una conferencia denominada La gestión del patrimonio cultural en España: presente y futuro1, la sociedad actual pide al Gestor de Patrimonio Cultural que satisfaga una triple demanda:
- Asegurar la preservación integral del bien patrimonial cuya gestión se le haya confiado, es decir, la conservación del Patrimonio Cultural debe primar ante todo.
- Optimizar los recursos (humanos, económicos, materiales,...) que la sociedad pone a su servicio.
- Obtener rentabilidad social, como sinónimo de cultural, y económica del bien patrimonial que está a su cargo. Esto resulta fundamental desde mi punto de vista para hacer viable la gestión, maximizar los recursos y compatibilizar esta rentabilidad con la conservación del bien.

Esta es una visión de la gestión del patrimonio cultural con la que estoy totalmente de acuerdo, y en la que nosotros/as jugamos un papel importante. Evidentemente, esto requiere un cambio de actitud por parte de la sociedad, pues tradicionalmente, el patrimonio y su exigencia de conservación ha sido vista como una carga. Sin embargo, en los últimos años la óptica ha cambiado, y el patrimonio ha dejado de ser un lastre para convertirse no sólo en un recurso cultural, que lo es por excelencia, sino también como un recurso económico que puede contribuir a mejorar la calidad de vida de las comunidades en los que se encuentra emplazado.
Otro cambio de concepción importante es considerar al Patrimonio como cosa de todos, independientemente de cual sea el lugar geográfico en el que se encuentre. Es una forma de hacer “nuestro” el Patrimonio, de interiorizar la idea de que todo bien cultural, sea cual sea el lugar y la época en la que se ha creado, supone una contribución a la humanidad, de ahí la acepción que se viene utilizando de “Patrimonio Cultural de la Humanidad” (UNESCO).

Una buena forma de sacar rendimiento económico a los bienes culturales integrantes del patrimonio es el turismo cultural en su más amplia acepción, siempre y cuando la actividad turística sobre el patrimonio sea planificada y no perjudique ni suponga riesgo para los bienes que lo integran, para ello, como ya he señalado en líneas anteriores, resulta fundamental la planificación, y, en el caso particular del turismo cultural, hay que prever estos posibles daños sobre el patrimonio a través de la formulación de estudios de impacto, estudios de carga, ... En España, ya existen algunos bienes culturales que disponen de estos estudios de carga turística, aunque desde mi punto de vista todavía son muy pocos los que disponen de estos instrumentos dada la afluencia intensa y masiva de turistas y visitantes que soportan diariamente, algunos de los bienes que cuentan con estos instrumentos son: “La Alhambra” de Granada, “La Pedrera” de Gaudí, la cueva de “Altamira”, ...

Está claro que como profesionales dedicados al Patrimonio Cultural, la conservación integral debe ser lo primero, pero esta conservación en la mayoría de los casos es compatible con el disfrute público y con la capacidad de generar restabilidad económica y social.

1 Conferencia pronunciada el 9 de noviembre de 2002 en el Congreso sobre Patrimonio organizado en el seno de la exposición AR&PA en Valladolid.