domingo, 20 de febrero de 2011

Exposición de los fondos de la Obra Gráfica de la Fundación de Artes Plásticas Rafael Botí


Hace ya más de un siglo que la modernidad, a través de una serie de estrategias desafiantes como la inversión de las tradicionales nociones de alta y baja cultura, reivindicó las manifestaciones artísticas subalternas. Lo que hasta entonces había sido mera documentación de artista, obra menor o materiales preparatorios para las grandes obras originales, alcanzó un reconocimiento inédito hasta entonces.

Este fenómeno, que aquí hemos querido identificar con un salto de escala de la obra gráfica, y de los trabajos sobre papel en general, constituye desde luego una de las grandes aportaciones de la vanguardia. Y sus orígenes se pueden rastrear en varios fenómenos simultáneos. Podemos destacar entre ellos, la emergencia de la cultura de masas y de sus mecanismos nuevos de transmisión de imágenes. También ayuda a explicar este cambio cultural la ampliación del prestigio social de la tarea artística, cuya consecuencia primera es el incremento de la atención prestada a todas las manifestaciones del autor, ya fueran grandes piezas o bocetos de trabajo.

No puede obviarse tampoco la emergencia de un mercado del arte que demanda de los artistas una producción intensa y continuada que lo mantenga en funcionamiento, circunstancia esta última a la que se adapta especialmente bien la obra gráfica, pues nace como obra susceptible de ser reproducida sin perder su condición aurática.

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