viernes, 14 de diciembre de 2012

REFLEXIONES SOBRE LA ARQUITECTURA DE LOS MUSEOS

Museo Guggenheim de Bilbao

A mi modo de ver, la importancia de la arquitectura del edificio, como contenedor de la colección del museo, es fundamental desde el punto de vista formal, ideológico/ simbólico,  pero siempre que sea en equilibrio con su finalidad y utilidad funcional, dado que no se debe perder de vista su aplicación práctica materializada en la adquisición, conservación, estudio, exposición y difusión del patrimonio material e inmaterial de la humanidad con fines de estudio, educación y recreo.

A la hora de concebir la edificación del museo debe tomarse como premisa la funcionalidad  del espacio museístico, en consonancia con una construcción que conjugue armónicamente  la singularidad diferenciadora de su arquitectura con el contenido de la misma. En este sentido, la creatividad y la sensibilidad del arquitecto son cruciales a la hora de articular el planteamiento del contenedor que albergará la colección.

Entiendo que el protagonismo del elemento arquitectónico es pernicioso para el contenido expositivo, siendo lo ideal la implementación de una coherencia dialogante entre el edificio y la colección que en él se presenta. Atendiendo a lo dicho, la construcción, si se concibe un museo de nueva planta, o la rehabilitación y adaptación al nuevo uso, si se trata de un edificio histórico, debe impregnarse  del carácter simbólico de su arquitectura, pero siempre en consonancia con la funcionalidad que debe tener la institución museística, conciliando la arquitectura con la eficacia museográfica en el discurso/diálogo expositivo, para hacer del museo  un edificio emblemático a la vez que un espacio idóneo que favorezca la conservación, estudio, exposición y difusión de las colecciones.

Por su parte, en el caso del Guggenheim de Nueva York o Bilbao, obra de los arquitectos Frank Lloyd Wright y Frank Gehry respectivamente, es evidente que los arquitectos no atendieron ni pensaron, como se debiera,   en las colecciones de arte que los edificios iban a exponer, sino que se centraron en el edificio y su arquitectura. Obviamente, su construcción, con estilo propio,  es formidable, distintiva y sugerente, pero para la exposición de las obras, en muchos casos es complejo y poco funcional, perjudicando con ello la eficacia y flexibilidad de los discursos.

La funcionalidad del edificio no está reñida con el simbolismo de su arquitectura, por ello entiendo que los museos tienen que seguir teniendo ese carácter sagrado  (mueso-templo), puesto que “dan cobijo” a nuestros tesoros artísticos, a nuestro patrimonio, a nuestra herencia cultural. Sobre esto, he de matizar que el carácter místico y contemplativo de la arquitectura de los museos no comporta limitaciones para su sociabilidad, es decir, la concepción arquitectónica no es condicionante para la accesibilidad de público al museo, siendo más bien el proyecto museológico y su aplicación museográfica las verdaderas claves para la democratización de la cultura derivada de los museos, en este sentido cobran especial importancia las estrategias y  los discursos (progresivos para la interpretación) que se plantean para hacer accesibles y dar a conocer  las colecciones expuestas a todos los públicos.

Es evidente que la arquitectura juega un papel importante, al convertirse en un contenedor llamativo como objeto de visita para acceder a las obras artísticas que en él se exponen y dan cabida, reforzando el papel de la institución por su reconocimiento académico cultural y social, y también sin olvidar que el museo se ha convertido en un medio de comunicación y educación informal.

© MiCoVi

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